EN TRES DÍAS
FUNDAMOS LA SEDE UNIVERSITARIA UNISUR (HOY UNAD) DE LA PLATA, HUILA,
MENSAJE A LA UNAD, LA PLATA, HUILA, EN SU ANIVERSARIO
Mi nombre es Olegario Ordóñez Díaz. En estos cuarenta años de historia de
la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, y los 35 de la UNAD La
Plata, Huila, quiero presentar mi saludo a las directivas Nacionales y locales,
a los docentes y a los estudiantes que forman parte de esta gran familia Unadista.
Agradezco la invitación de la sección Recordar
es vivir y aprovecho la oportunidad para comentarles brevemente, a manera
de historia o anécdota, cómo fueron los inicios de esta gran Universidad que
hoy es patrimonio de nuestro municipio de La Plata.
Recuerdo que yo era profesor de
español del Instituto Técnico Instituto Agrícola. Un viernes por la tarde de
1988 pasaba frente a una cafetería que quedaba en la esquina de la cuadra del
Palacio de Justicia, cuando me llamaron para tomar un tinto y directamente hacer
una propuesta: crear en La Plata, una sede de la Unidad Universitaria del Sur
de Bogotá, Unisur. La propuesta provenía del director del CREAD UNISUR de
Pitalito, doctor Jesús Eugenio Henao, quien estaba acompañado por miembros de
la Asociación de Profesionales de La Plata, a la cual yo también pertenecía: José
Silva, Carlos Niño, y creo que el señor Lizcano. Considerando la necesidad que
tenía el municipio de una Universidad pues salían bachilleres de seis colegios,
muchos de ellos no tenían oportunidad de estudiar una profesión en la capital del departamento, ni en
Bogotá, Cali o Popayán, y considerando la importancia de la universidad para el
desarrollo de un pueblo, el ofrecimiento resultaba vital. Planteaban así mismo
que yo asumiera la coordinación, pues estaba en el campo educativo. Yo dije:
“La propuesta es muy importante. Déjeme, doctor Jesús, ocho días para
pensarlo.
“No. Tiene 30 segundos para decidir y van quince”, dijo Chucho Henao, con
el afán que siempre lo caracterizaba.
Entonces como suelen ser a veces las decisiones y sabiendo que el proyecto
universitario contaba con el apoyo de la Asociación de Profesionales, sin
pensarlo más. De inmediato dije: “¡Sí! ¡Acepto!”. El doctor Chucho, vinimos a saber después,
vivía una segunda oportunidad en la Tierra después de haber sufrido un atentado
por defender un árbol, una especie de roble única en el mundo y que dos
personas querían tumbar, ante la defensa insistente que hiciera el doctor
Henao, le dispararon un tiro en el pecho, y huyeron. El doctor Chucho cayó al
suelo, pero después de la conmoción inicial, se paró, sangrando, subió a la
camioneta y condujo hasta el hospital, donde pudieron salvarle la vida pues el
tiro lo había atravesado por el único lugar que no afectaba un órgano vital. Desde
ese día todo era rápido para el doctor Jesús Eugenio.
En fin, después de dar la respuesta afirmativa, acerca de la Universidad, empezamos
la tarea ese mismo fin de semana. Entre sábado y el domingo realicé el perifoneo,
como se solía hacer para anunciar los eventos, en un jeep que don Juan Rivera
Llanos alquilaba por horas y que tenía acondicionado un parlante: Con micrófono
en mano yo anunciaba el magno evento por todas las calles. “¡Atención,
estudiantes, bachilleres, padres de familia y comunidad en general! ¡Llegó por
fin la Universidad a La Plata! ¡Aproveche! ¡No pierda la oportunidad de hacerse
profesional! ¡Matrículas el lunes en el Palacio de Justicia, en la oficina de
la Asociación de Profesionales, a las ocho de la mañana! Hágase profesional en
una de las tres facultades que ofrece la Unidad Universitaria del Sur de Bogotá,
Unisur: Ciencias Agrarias, Administración de Empresas e Ingeniería de Alimentos…
Atención, por fin llegó la Universidad a La Plata…
Así, en tres días fundamos la sede
de la Universidad UNISUR, hoy Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD de
La Plata, Huila. El lunes matriculamos a 112 estudiantes. La matrícula, por
semestre, valía en ese entonces 12.000 pesos.
Desde el principio tuvimos la idea
de que la Universidad fuera presencial, lo que facilitaría el proyecto, pues en
ese tiempo no existía internet ni celular, ni Facebook, ni menos WhatsApp. Ni
siquiera lo imaginábamos, a no ser por la descabellada idea que había expuesto
un campesino en la Pasada feria de la Ciencia y del Ingenio Popular en homenaje
al doctor Manuel Elkin Patarroyo, organizada por la misma Asociación de
Profesionales en 1986, y que había presentado ante un auditorio, pero sin querer
mostrar en público el aparato porque la empresa de teléfonos le podía robar la
idea: “El teléfono inalámbrico para llamar a cualquier parte del mundo”.
¿Pero, bueno, cómo fueron
las clases presenciales de la Universidad? Ese mismo fin de semana, con la idea de hacer
presencial la universidad, también le había solicitado a la directora de la Escuela
Pedro María Ramírez, profesora Ercilia
Calderón que, por favor, nos prestara tres salones para que funcionara allí
la universidad. La profesora Ercilia, con toda confianza, nos dio las llaves de
la escuela. Y empezamos el martes las
clases de la primera universidad en el municipio de San Sebastián de La Plata,
UNAD en un horario de 6:30 a 9:00 de la noche. Un salón para
cada facultad.
Como anécdota, les comento que yo, además de ser el coordinador, era el único
profesor de las tres facultades. Entraba a un salón, donde estaban los
estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias, orientaba los contenidos
durante 30 minutos, dejaba actividad para que los estudiantes la realizaran,
mientras volvía; luego pasaba al otro salón, a la facultad de Administración de
Empresas, dictaba la clase, dejaba actividad y, finalmente iba a la facultad de
Ingeniería de Alimentos. Luego regresaba al primer salón, a la Facultad de
Ciencias Agrarias, comentábamos, debatíamos, corregíamos; salía entraba al otro
salón, hacía lo mismo y finalmente en el tercer salón. Estudiábamos el primer
Módulo de Axiología de la Educación Abierta y a Distancia: la formación de los
grupos de trabajo, CIPAS, y los valores principios básicos que deben tener todos los estudiantes de la Educación
a Distancia: la responsabilidad, el trabajo en equipo y la Autonomía.
Cuando terminábamos las clases, a los 9:30 de
la noche, los estudiantes y yo barríamos el salón y organizábamos los pupitres, para que los niños de
la escuela al otro día desarrollaran sus actividades académicas sin
contratiempo y finalmente, cerrábamos con candado la Universidad… Pues sí, nos
tocaba hacer también el trabajo de portería. Y todo lo hacíamos con alegría.
Aquella fue una etapa maravillosa, mágica, de mucho entusiasmo, aunque de
todas maneras hubo algunas personas, como es natural, que miraban con
escepticismo, el proyecto, o que incluso no lo creían y hasta llegaron a
tildarnos de locos. Pero eso nos seguía animando más, para demostrar que
nuestro camino era correcto.
Recuerdo algunos estudiantes, como José Gabriel Ordóñez, Antonio Aguilar,
Emiro Muñoz, Nohora Montoya, Idaly Tamayo y su esposo José Othain Ceballos, y
en sus inicios de su vida universitaria a María Esther Medina. Por la misma
época, la Secretaria Departamental de Educación del Huila, doña Consuelo González
de Perdomo, era también estudiante de la Universidad en la sede de Pitalito.
Hoy, aprovecho en Recordar es Vivir
para dar mi reconocimiento a esos 112 pioneros universitarios, los cuales
aceptaron el reto de hacer la vida universitaria, de estudiar, hacer amigos y
como en todo conglomerado social, hasta de enamorarse, casarse y formar un
hogar de profesionales.
El entusiasmo por vivir la vida universitaria era tal que organizamos grupo
de teatro, de deportes, danzas, dirigidas ad-honorem por Pablo y Socorrito Cuéllar.
Organizamos la primera copa de fútbol UNISUR, participamos en encuentros con
estudiantes de geología de la Universidad Nacional de Colombia, quienes
visitaban La Plata. Participamos en eventos en Pitalito y en los eventos
folclóricos de nuestro
municipio, como una manera de integrarnos a la comunidad. Cómo anécdota,
recuerdo que participamos con una carroza en la cual llevamos unas manos de
casi cuatro metros de alto, como símbolo del trabajo comunitario y de la paz,
construida por Idaly Tamayo y demás compañeros.
La llenamos de aserrín, pero cuando la fuimos a levantar no pudimos
hacerlo ni entre veinte personas. Eso pesaba más de dos toneladas. Y entre la
desazón y la risa, buscamos la forma de llenarla de papel y otros materiales
más livianos para poderla llevar en la carroza. Seguro que cada persona que
participó en esos inicios universitarios tiene una historia que contar, como me
la contaron alguna vez, Ruby Medina e Isabel Houghton Triviño, como la historia
que cada uno de ustedes contará a sus hijos y nietos.
Así mismo, tuvimos un programa de
radio en la Emisora Villa del Páez “Tribuna Universitaria” que desarrollábamos con
el profesor Gustavo Gámez, la profesora Rosario Valenzuela del Instituto
Agrícola y el estudiante Rubén Darío Barrera, para promover la universidad. Así
llegaron después de la nuestra, otras Universidades, Santo Tomás,
Surcolombiana, entre otras.
Nuestro primer periódico dela Universidad UNISUR (UNAD), era de
una sola hoja de tamaño oficio, escrita por lado y lado e impresa en el
mimeógrafo del taller de Tío Pepe, con una pauta publicitaria que valía 10 (Diez)
pesos.
Así mismo, con la Asociación fundamos la ASOSER, entidad de apoyo de padres
de familia y de la comunidad a la Universidad.
Luego en el siguiente semestre, y ya en las instalaciones que nos facilitó
el SENA, ingresarían profesores Nelson Salazar de física y matemáticas, quien
creía que era posible hacer un canal de T.V. Fue el primer profesor nombrado. Y
de la Asociación de Profesionales: Carlos Eduardo Niño de Ciencias Agrarias, Valentín
Clavijo, Amadeo Medina, José Silva, en Administración de empresas y más tarde
el profesor Ricardo Muñoz, en matemáticas. Tuvimos la fortuna de tener una excelente
presentación de matemáticas con el profesor Nelson Salazar en certámenes
nacionales en Bogotá, y en el V aniversario de UNISUR ganar el Concurso
Nacional de Poesía UNISUR, hechos que nos valieron el reconocimiento y el apoyo
incondicional de las directivas Nacionales de la Universidad a nuestro CREAD.
La primera secretaria de la Universidad, con apenas 18 años de edad, fue
Yineth Vargas, quien después llegaría a ser profesional de la UNAD y directora de la misma y un baluarte
fundamental durante muchos años para el crecimiento de la Universidad. Hoy
rindo homenaje a su memoria. Podría decir que, la doctora Yineth Vargas, junto
con su esposo, el profesor Moisés Moriones, e hijos han sido un vivo ejemplo de
lo que es la familia Unadista, trasformaron sus vidas personales, crecieron con
la Universidad y proyectaron su sentido de vida al servicio de la comunidad…
Sí, La Universidad UNAD transforma la vida de los estudiantes y de sus familias y contribuye al progreso de
un pueblo.
Recordar es vivir… Esos fueron los
inicios, querida familia Unadista nacional y plateña… Después vendrían, en esos
inicios, profesores y coordinadores valiosos como los doctores Carlos Eduardo
Niño, Yubérika Hernández, Valentín Clavijo, María Esther Medina… Adalberto Vargas, Jimeno Castañeda, Humberto
Ángel y Yineth Vargas.
Con el trascurso del tiempo, desde
1990, la vida me llevaría por
otros senderos, en el mundo editorial y en la misma educación en Bogotá, pero
siempre mi corazón ha estado en el municipio de La Plata... Cuando el profesor
de la UNAD La Plata, Edward Losada, se comunicó conmigo, me contó que la
Universidad ha formado más de 500 profesionales, que en la sede de La Plata tiene
algo más de 700 estudiantes, en el perímetro del municipio, y más de 1000 estudiantes
en el Occidente del departamento. Me emocioné de alegría por saber que esta
fuerza intelectual y profesional es, desde ya, el pilar fundamental del
desarrollo de la comunidad y que la Universidad tiene un futuro promisorio, y
que siempre hubo personas que creyeron y creen en el proyecto, participaron y
participan con su energía creativa y lo han llevado adelante con creces.
Recordar es vivir. Solamente nosotros pusimos el primer
granito de arena, la pequeña semilla, pero la construcción de este enorme proyecto
es de quienes han estudiado aquí durante este tiempo, de sus familias, de cada
uno de los profesores y directivos, del apoyo de la Directivas nacionales y del
apoyo del municipio, pero, enfatizo, sobre todo de los estudiantes, futuros
profesionales, de su optimismo, de su fe, de sus ganas de transformar sus vidas.
En un país donde a veces nos acostumbramos a que las empresas decaigan, La
UNAD ha sido de largo aliento 40 años de historia nacional y 35 de la Plata. Un
ejemplo de perseverancia, de demostrar que los sueños se pueden cumplir. Porque
los sueños, aunque parezcan empresas delirantes, construyen futuros posibles. Debemos
hacer parte de ellos. Mis felicitaciones
y mi admiración y orgullo, (y me hago vocero de todos los miembros de recordada
Asociación de Profesionales de La Plata), por el crecimiento y el entusiasmo
que se ve y se vive en cada uno de los integrantes de los estamentos de la
Universidad. También rindo homenaje a la memoria de mi estimado amigo, doctor
Carlos Eduardo Niño, que fuera gran impulsor del proyecto, como presidente de
la Asociación, profesor y coordinador de la UNAD.
En lo personal, mi saludo y mi eterna
gratitud a la vida, como ser humano y como docente, ya que me permitió, en un
momento de mi existencia haber compartido y seguir compartiendo con gente
maravillosa, haber sido profesor del Instituto Agrícola y del Colegio Marillac;
de trabajar por la cultura del municipio, y haber sido también parte de este
proyecto maravilloso, que siempre llevo en mi corazón, como familia UNADISTA:
la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD.
En este cumpleaños, un abrazo
fraternal para todos ustedes, familia UNADISTA, ¡y que sigan cosechando muchos éxitos académicos, profesionales,
personales, familiares y comunitarios…!
Muchas gracias.
Su amigo de siempre,
Olegario Ordóñez Díaz
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