lunes, 12 de octubre de 2009
El Argonauta
EL ARGONAUTA
Olegario Ordóñez Díaz
Como un nautilo parco,
vagabundo en estas calles oceánicas,
deambulo entre luces opalinas
llevando sobre mis hombros atlánticos
todo cuanto de este mundo me pertenece:
una olvidada vara de bambú de veinte nudos,
dos alforjas colgadas a sus extremos horquillados,
una vieja lámpara apagada,
un nocherniego abrigo hecho jirones,
unos alunados pasos de asfalto,
y mis grandes y expectantes ojos
que escudriñan esta caverna de soledades
que mi canto -como un cincel de diamantes-
va rompiendo lentamente a pedazos...
Olegario Ordóñez Díaz
Como un nautilo parco,
vagabundo en estas calles oceánicas,
deambulo entre luces opalinas
llevando sobre mis hombros atlánticos
todo cuanto de este mundo me pertenece:
una olvidada vara de bambú de veinte nudos,
dos alforjas colgadas a sus extremos horquillados,
una vieja lámpara apagada,
un nocherniego abrigo hecho jirones,
unos alunados pasos de asfalto,
y mis grandes y expectantes ojos
que escudriñan esta caverna de soledades
que mi canto -como un cincel de diamantes-
va rompiendo lentamente a pedazos...
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